martes, 13 de agosto de 2013

Mermelada de Melocotón de Qi Baishi





Qi Baishi... de pincelada hábil y rápida, de tierra interior bien cultivada, de mirada atenta a lo pequeño. Qi Bahishi y su caligrafía de la naturaleza desde la grandeza de lo insignificante... Qi Baishi



Qi Baishi. "Melocotones y petardos". 1952


La mermelada de melocotón ya es un clásico en nuestra despensa. Hay que hacer unos cuantos tarros cada verano, bueno... más de unos cuantos. Contamos con la gran ventaja de tener cerca del Somontano un buen territorio melocotonero que tiene ya una reputación bien ganada: el melocotón de Binaced es apreciado y esperado cada verano, y saboreado al natural, en poncho (melocotón con vino), transformado en mermelada y confitura, alegrando la ensalada, y ya incluso como guarnición hecho a la plancha o en chutney... y algo me dejo, seguro.

Buscando más notas y curiosidades sobre el melocotón se aprende que viene de China, a través de Persia, y se asombra una de la gran importancia que tiene en las culturas orientales, en China es símbolo de la inmortalidad. Hay tanto que decir que he decidido preparar más adelante, y con más tiempo, un post que sacie nuestra curiosidad tanto como la receta que dejo saciará nuestros paladares. 
Y a nuestra mermelada de hoy le pondremos el nombre del gran Qi, porque como su pintura es sencilla, hábil y grande.





Mermelada de Melocotón de Qi Baishi


1 kg. de melocotones pesados limpios, deshuesados y troceados
700 g. de azúcar
El zumo de un limón pequeño

Colocar el melocotón en un recipiente amplio, echar el azúcar por encima, que lo cubra, y rociar con el zumo de limón. Dejar macerar unas horas (a mí me gusta dejarlo toda la noche).
Pasado el tiempo de maceración poner en una cazuela a fuego medio y esperar a que hierva, si el hervor resultar fuerte bajar un poco el fuego, pero que no pierda el burbujeo, Ir retirando la espuma cuidadosamente, sin llevarnos almíbar de más, con un cucharon pequeño o una cuchara. Cocer hasta que el melocotón esté bien tierno y triturar al gusto. Dejar hervir y apartar del fuego cuando el hervor suene a “plástico”.

Envasar en caliente en tarros esterilizados, cerrar b ien y colocar boca abajo hasta que se enfríe. Etiquetar y guardar.