Pensaba que no llegaba a tiempo porque no recordaba la fecha
tope que nos proponía “Bake the World” para tener listos los deliciosos palitos de
pan que en Italia y gran parte del universo se conocen como grisines y que
tienen diversas variantes en numerosas cocinas. Pues en esto andaba yo, echando
un vistazo a las diferentes recetas que circulan por la red y por los libros,
haciéndoseme la boca agua, porque siempre me han gustado, especialmente los
artesanos, pero nunca había decidido ponerme manos a la obra, así que nada mejor que una calurosa tarde de
sábado para darle marcha al horno y amasa y amasar y rodar y rodar y… sudar y
sudar. Primera conclusión: hay cosas que
mejor hacer en invierno. Pero después de todo esto, cuando ya tienes los
grissini en la mesa, y con toda la parafernalia fotográfica, y los pruebas
llegas a la segunda conclusión: “¿calor?,
bah! A estas alturas ya no hay calor que acobarde y menos aún si se trata de
grissini”. Además tienen historia.
No es difícil situarse en la Torino del XVII, sobre todo si
somos capaces de dejarnos seducir por la obra que el duque Carlo Emanuele II
encargó para dar a conocer su precioso y preciado ducado, y el “nivelazo” que
habían alcanzado, al resto del mundo. Así podemos comenzar nuestro viaje al
Turín de los primeros grissini con el “Theatrum
Statuum Sabaudiae” en la mochila y
cualquiera de sus fantásticos planos y vistas de la ciudad. Y ya ubicados vamos a saborear nuestros
grissini como debió de hacerlo Vittorio Amadeo II de Saboya cuando por
indicación de su médico el panadero de la corte creó unos palitos de pan que
pudiese comer aquel duque de delicado estómago al que sentaba mal la miga del
pan… todo fueron parabienes, el duque ya tenía su pan, se conservaban bien por
más tiempo y Napoleón se encargó de extender su fama. Y así hasta hoy, todos
encantados con estos palitos que alegran cualquier mesa y acompañan muy dignamente aperitivos,
comidas, cenas, brunch...
Yo traigo la receta de la Academia Barilla porque es la que
se ha cruzado con más decisión en mi camino, y os la cuento en versión
tradicional y versión Thermomix, con lo que éste es el primer post doble
formato del Klibanos y contenta que me he quedado. Día de estreno total.
Ingredientes:
600 g de harina de trigo todo uso
100 g de harina de fuerza
100 g de harina de fuerza
7 cl de aceite de oliva virgen extra
15 g de sal
25 g de levadura fresca de panadería
32 cl de agua
Preparación:
Tamizar la harina y mezclarla con la levadura desmenuzada y
el aceite. Ir añadiendo el agua con la sal y mezclar hasta obtener una masa que
amasaremos durante 10 o 15 minutos.
Dividimos las masa en 24 porciones y las dejamos fermentar,
cubiertas con un paño o film plástico de cocina en un lugar cálido, entre 30
minutos y una hora.
Calentamos el horno a 180ºC. espolvoreamos harina sobre la
mesa en la que vayamos a trabajar y estiramos cada porción haciéndola rodar
hasta que tenga unos 40-50 cm de longitud. Vamos colocando nuestros grisines
sobre la bandeja del horno cubierta con papel de cocina y, cuando la tengamos
llena, pincelamos o pulverizamos con una emulsión de agua y aceite de oliva
(1:1); horneamos hasta que adquieran un
bonito color dorado rojizo (un mínimo de 8 minutos y hasta unos 20, eso ya
depende de la humedad y el grosor de nuestros grissines)
Para elaborar la masa en Thermomix (TM31)
600 g de harina para todo uso
100 g de harina de fuerza
100 g de harina de fuerza
70 g de aceite de oliva virgen extra
15 g de sal
25 g de levadura prensada
320 g. de agua
Colocamos en el vaso la harina y la levadura y tamizamos 30 segundos/vel 10.
Añadimos la sal, el aceite y el agua y mezclamos 15 segundos/vel 5.
Ponemos en posición de vaso cerrado y programamos 10 minutos/ amasar (espiga)
Una vez terminado el tiempo sacamos la masa del vaso, formamos una bola y dividimos en 24 porciones que dejaremos fermentar entre media hora y una hora, cubiertas con un paño y en sitio cálido.
Calentamos el horno a 180ºC. espolvoreamos harina sobre la mesa en la que vayamos a trabajar y estiramos cada porción haciéndola rodar hasta que tenga unos 40-50 cm de longitud. Vamos colocando nuestros grisines sobre la bandeja del horno cubierta con papel de cocina y, cuando la tengamos llena, pincelamos o pulverizamos con una emulsión de agua y aceite de oliva (1:1); horneamos hasta que adquieran un bonito color dorado rojizo (un mínimo de 8 minutos y hasta unos 20, eso ya depende de la humedad y el grosor de nuestros grissini)
Estos son los originales, pero las variantes llegarán de la
mano de nuestra imaginación, gustos o inspiración… yo he hecho ocho
tradicionales, pero luego el resto de las porciones las he dividido en dos para
obtener unos grissini más estrechos y unos los he puesto con cebolla frita,
otros con tomillo y con los otros he iniciado una pequeña búsqueda que
perfeccionaré poco a poco, así que no lo cuento pero lo contaré en cuanto
equilibre bien las proporciones (no tardaré porque estarán buenísimos, ya lo
estaban hoy, jejejeje)